Desde hace varios siglos y en diferentes medidas Suiza ofrece asilo a las personas perseguidas por motivos religiosos o políticos.
A partir de la década de los años 80 adquiere mayor peso político el concepto de 'tradición humanitaria', tanto entre los adversarios como de los partidarios de una política de asilo más restrictiva.
En los siglos XVI y XVII decenas de miles de hugonotes y de valdeses (discípulos de Pierre Valdo), perseguidos en Francia por sus creencias religiosas, hallaron refugio en Suiza, sobre todo en los cantones protestantes como el de Ginebra.
El Rey Sol, Luis XIV, reaccionó con indignación ante esa generosa política. Sin embargo, tras la revolución francesa serían los propios realistas franceses quienes encontraron refugio en Suiza.
En el siglo XIX Suiza empieza a ser considerado como país de asilo por excelencia. Sobre todo para los refugiados políticos, cada vez más numerosos, que se instalan en este país después de 1815.
Liberales alemanes, disidentes polacos del férreo régimen soviético, anarquistas, nihilistas y partidarios de los movimientos socialistas encontraron refugio en este país y fueron tolerados a condición de que se mantuvieran tranquilos.
En el siglo XIX un nuevo elemento vendrá a reforzar la imagen de Suiza como país tradicionalmente humanitario: la fundación de la Cruz Roja en Ginebra, en 1863.
Impresionado por el sufrimiento humano que tuvo ocasión de presenciar en el campo de batalla de Solferino, donde las tropas francesas y sardo-piamontesas se enfrentaron a las del imperio austro-húngaro, el comerciante ginebrino Henri Dunant publicará un libro en el que describe las terribles condiciones de los soldados.
En ese libro, "Recuerdo de Solferino", Henri Dunant muestra cómo se pueden reducir los padecimientos de militares y civiles en los conflictos bélicos.
Las ideas del humanista suizo se extendieron rápidamente por toda Europa. El 17 de febrero de 1863 un grupo de miembros de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública crea el "Comité Internacional y Permanente de ayuda a los soldados heridos en tiempos de guerra".
En 1876 este comité cambiará su nombre por el que perdura todavía: Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Como organización imparcial, neutral e independiente, el CICR ha prestado socorro y se ha ocupado de los heridos y prisioneros de guerra en numerosos conflictos bélicos. La mayor parte de su presupuesto anual (mil millones de francos suizos para 2006) es aportado por la Confederación Helvética.
En el siglo XX, la política suiza de asilo –considerada históricamente como punto central de su tradición humanitaria- va a vivir momentos agitados.
En especial, esa imagen de Suiza se verá comprometida durante la segunda Guerra Mundial; sobre todo debido al repatriamento de refugiados judíos. Hasta 1944 Suiza no reconoció a los judíos como refugiados políticos, sino únicamente como prófugos por motivos raciales, consideración que no era suficiente para ser acogido en Suiza.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Suiza pasa página y retorna a una política de asilo mucho más generosa, acogiendo, por ejemplo, a numerosos disidentes de los países comunistas.
En 1956 Suiza concede asilo político a más de 7.000 húngaros que huyen de la invasión soviética de su país. En 1968 abre las puertas a 12.000 refugiados checoslovacos. En 1981, tras la declaración de la ley marcial en Varsovia, 2.500 polacos hallarán refugio en Suiza.
Pero esta política de asilo, relativamente generosa, finalizará con el derrumbamiento del bloque del Este. A partir de entonces se empieza a sospechar que las razones de aquellos que solicitan el estatuto de refugiado en Suiza son de índole más económica que política.
Desde los años 80 la legislación helvética en materia de asilo ha sido revisada en diversas ocasiones. Uno de los principales objetivos de esas revisiones era hacer a Suiza menos atractiva a los ojos de los potenciales solicitantes de asilo.
En este debate el concepto de tradición humanitaria se ha revelado como crucial y ha sido utilizado tanto por el Estado, partidario de una política más restrictiva, como por los defensores de un régimen más liberal.
La confrontación en torno a la política de asilo resurgió de modo mucho más evidente durante la campaña previa a las elecciones federales de 2006. Bajo el slogan "Preservar la tradición humanitaria de Suiza – impedir los abusos", las autoridades federales y cantonales han sostenido una nueva revisión de la ley sobre asilo.
Por otra parte, después de que la mayoría de los suizos se pronunciara a favor de una legislación más restrictiva sobre la materia, se han alzado diversas voces para denunciar una Suiza que se aleja definitivamente de su tradición humanitaria.
Más allá de su dimensión histórica, el concepto mismo de tradición humanitaria ha adquirido una dimensión política que desempeñará, con toda seguridad, un importante papel en los futuros debates sobre el asilo.
Artículo de swissinfo. Últimas noticias de Suiza en swissinfo.ch .